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viernes, 24 de diciembre de 2010

El beso

     Resbaló por su mejilla para enredarse en la comisura derecha de sus labios. Allí se quedó jugueteando con las nuevas texturas que le ofrecía esta frontera que estaba a punto de cruzar.
     Exploró sus labios y tocó a la puerta de su alma cuando saboreó su interior con la sublime inconsciencia que dan los besos.
     En un arrebato siguió su camino mordiendo con inusitada voracidad barbilla y cuello.
     Cuando se hubo saciado prosiguió su andadura por la mejilla opuesta desviándose suavemente. Allí, tras su oreja se quedó a vivir, respirando el aroma que manaba de su piel fresca.



jueves, 23 de diciembre de 2010

Besos y abrazos

Cada vez que alguien escribía un nuevo comentario,  aterrorizados, trataban de juntarse para hacerle sitio al nuevo integrante. Ya eran tantos que casi no podían respirar. ¿Y cuándo finalizaban con un: “Besitos mil”? En ese momento llovían en cascada desde la nueva entrada.

Aquello iba tomando tintes de catástrofe. En algún lugar del universo impreciso de Internet quedaban atrapados. Allí permanecían a la espera de que alguien descifrara dónde recoger los besos y los abrazos que les enviaban quienes les comentaban.




miércoles, 22 de diciembre de 2010

Luz


     Ignoro el número de veces que habré escuchado la expresión “la vida es un pañuelo”. Sin embargo, a mi no deja de atenazarme el miedo por surcar sus pliegues. Miedo que no tendría mayor relevancia si me conformara con este pedacito de mundo. Sería sencillo si me alcanzara, pero el temor se mezcla con curiosidad y me veo impulsada a salir fuera.

     Cada día lo hago y lo cotidiano no le resta dificultad. Salgo de mi escondite y dejo que me contemples. Una sola de mis palabras o sonrisas hacen que me muestre ante ti aunque no lo percibas con la trascendencia que realmente tiene. A veces, como ahora, olvido el camino y quedo atrapada en las miles de cavernas laberínticas que me surcan el alma. Ahora más que nunca necesito luz.


lunes, 20 de diciembre de 2010

Abuelo

Vagos recuerdos de pasados lejanos se agolpan en tu empolvada memoria, que consultas a través del cristal borroso de tus ojos blancos.
Los años te devolvieron la sonrisa, que se dibuja con surcos cada vez que la recuperas.
Tu casa acumula cansancios viejos y la cocina se empeña en revelar su identidad negra. Siempre florece el tizne de la madera consumida para alimentar nueve pequeñas bocas que correteaban haciéndose mayores.
El zurrón, olvidado, cuelga de una de las paredes y conversa sin prisa con el morral con el que hace años trabajaba hombro con hombro.
En las manos tu lanza, Taburiente fue tu hogar, aunque el trabajo esté hecho no quieres descansar. Obstinado, tenaz, sientes que tu vejez aún no ha llegado y porfías a tus hijos cada uno de tus 98 años. No son suficientes. Nunca son suficientes.







Pequeño homenaje a mi abuelo Toribio. Por su gran fuerza que le hace ser joven. 100 vidas no le alcanzarían para saciar sus ganas de vivir. Un abrazo y todo mi amor.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Tormentas

Las olas se empeñaban en sonar más y más fuerte. Siguiendo un ritmo oculto estallaban contra el muro de la avenida rompiéndose en miles de gotas que volvía a unirse al caer. Parecía como si la tarde fuera a romperse y casi podían adivinarse las grietas por las que comenzaría a rajarse aquel cielo plomizo lleno de nubes en descomposición.

Sólo  cuando sonó el primer trueno las nubes pudieron dejar de llorar, impresionadas por el sonido que se había escapado de quien sabe qué garganta. La quietud se apoderó de la atmósfera y todo quedó en silencio esperando el siguiente alarido del cielo. Se había desatado una tormenta.

De vuelta

       Me encantaría decir que he tardado tanto en escribir porque me había ido de viaje o algo por el estilo, pero ¡¡¡No!!!
      Bueno, aqui estoy de nuevo con ganitas de escribir... ¿Quién me pasa un poquito de inspiración?
     Saludos a ver si leo todo lo que hay por ahi que seguro que hay mucho.
   Abrazos

jueves, 11 de noviembre de 2010

Amor de caracol


En el amor, la vida y el sexo hay que ser valiente, se repetía constantemente mientras se acercaba a él.
Ya casi podía olerle y sentir la cercanía de su piel, pero justo en ese instante, cuando estaba a punto de decirle algo, recogía sus antenitas y volvía a la seguridad de su caparazón…
Cuando quiso darse cuenta, era demasiado tarde. Había encontrado otra sobre la que derramar su baba.




La frase: En el amor, la vida y el sexo hay que ser valiente está tomada del libro de Albert Espinosa, "Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo". Lo recomiendo.

martes, 9 de noviembre de 2010

Contradicciones



        Estaba realmente preocupado. Su hipoteca había subido y casi no llegaba a fin de mes.
        ¡Así no hay quien viva! Masculló apurando el desayuno. No podía llegar tarde y exponerse a que le echaran. Hoy tenía mucho trabajo. Seis reos que ejecutar.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Tierrear

      
         Ellos, que vivían en el mar, sabían lo que era mecerse constantemente al ritmo de las olas. Aún así, no mareaban. Otra cosa era tierra adentro. El vaivén de los ritmos impuestos por las sociedades, podía hacer que hasta el marinero más experimentado, zozobrara. En tierra las gentes habían perdido el norte y se empeñaban en destruirse, completamente tierreadas. Ese era el gran motivo por el que siempre decidían volver a la mar.



Esta historia está basada en personajes reales. A ellos gracias por compartir sus vivencias conmigo.

Culpable

Dos amigas en una cafetería…
- ¿Te enteraste de que Manolo le ponía los cuernos a Teresa?
- Si, pobrecilla.
- Yo por si acaso, se los pongo a mi marido.
- ¿Y lo que le pasó a María?
- Si, Juan le sacó todo el dinero. Yo por si acaso, me gasto todo mi sueldo y el suyo mes a mes.
- Uf, pues no digamos Pedro, que al separarse le quitó los hijos a Lourdes.
- Si, es verdad, yo por si acaso le hablo fatal a mis niños de su padre.
Cuando llegó a su casa su marido la esperaba con ilusión para celebrar su 23 aniversario. Ella, por si acaso, se sintió culpable.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Pompitas

       Vivía, sin saberlo, en una pompita de jabón. Con un suave roce de su nariz en un borde, la burbuja se rompería dejándola libre para elegir dónde y cómo vivir. Sin embargo, los límites eran transparentes y por mucho que los buscaba, no daba con ellos.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Copias




En el insti se suspendía a quien copiara.
En la vida... ¿Cuántos/as suspenden por ir a la moda?

miércoles, 3 de noviembre de 2010

martes, 2 de noviembre de 2010

Calle arriba


El perrito lo sabía. Por eso salió corriendo haciendo caso omiso de su “dueño” que le silbaba y gritaba que volviera. Se paró frente a mi, exhausto por la carrera calle arriba . Con sus orejas bien alerta miró un poco por encima de mi cabeza, con una mezcla de extrañeza y expectación. Ante la sorpresa de verme descubierta sólo acerté a decirle muy bajito, "Vuelve". Estoy segura de que lo percibió. Así que tuve que hacer un esfuerzo por dosificar la felicidad que me embargaba y tratar de caminar pisando el suelo.

Estrellas y deseos

Un día pedí a una estrella un deseo. Yo era pequeña y mis deseos eran simples pero ambiciosos. Pedí que la felicidad creciera a mi alrededor. Ahora, con el estómago, el corazón, el alma y los brazos llenos, salgo de vuestra casa y miro al firmamento. No sé si aquella estrella seguirá estando en este cielo que ahora veo. Pienso en los manjares, el amor, la armonía y los abrazos recibidos y sólo se me ocurre una palabra. Cierro los ojos y la envío. Seguro que el correo sigue funcionando igual de bien por allá arriba.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Mirándonos el ombligo

Una señora acude al médico. Le expone con calma pero no con poco dolor su gran sufrimiento. Es la paciente número 6000 que atiende el facultativo esta semana. Todos  con idéntica patología. Armándose de paciencia trata de explicarle sin que suene aburrido lo que ha expuesto 5999 veces antes a otros enfermos igual de angustiados que ella. Se sabe el diagnóstico de memoria. “Sufrimos desviaciones de columna por mirarnos continuamente el ombligo” consigue decirle levantando con dificultad la mirada.

Abrazos




Acaban de tocar en la puerta. Abro y me doy de bruces con él. Me detengo y lo siento. Es tu abrazo. Y pensar en todos los reproches que te hice. Pensé que no me lo habías enviado. Lo que sucedió fue que se demoró por el camino.

jueves, 28 de octubre de 2010

En paralelo

Vivían en un pueblecito con aspiraciones a ciudad. Allí, con una simple mirada se podía conocer a cuantas personas lo habitaban. Sin embargo, extraños mecanismos naturales hacían que las vidas de algunos de sus moradores no se cruzaran.
Así transcurría la existencia en aquel lugar un tanto extravagante. A pesar de coincidir en época y lugar, sus círculos no eran concéntricos. Ella cabalgaba en sus ratos libres, él profesor de equitación. Ella guarda forestal, él acostumbraba a dar largos paseos por los montes. Ella amante de la pintura, él poseía la única galería de arte del lugar. Ella, desde la playa pasaba las noches contemplando los cielos estrellados, él con su telescopio los estudiaba en su azotea. Tal parecía que la vida los hubiera colocado cerca predestinándolos a conocerse, sin embargo sus círculos eran como el número 11. Caminaban en paralelo.

jueves, 21 de octubre de 2010

Harto de que le dijeran "Todo está inventado" cogió su teletransportador molecular y se cambió de planeta.

lunes, 18 de octubre de 2010

¡Ave María Purísima!
¡Dios mío!
¡Madre del Verbo!
¡Ay Virgencita!
¡Madre del Amor Hermoso!
Tras asistir un año a clases se dio cuenta de que se había vuelto religiosa. Así "funcionaba" el sistema educativo...

domingo, 17 de octubre de 2010

Entre mis brazos

      Cuanta ternura en tu gesto. Cuanta paz en tu rostro. Tus respiraciones lentas exhalan dulzura.

       Hoy hice contigo lo que mi padre comigo años atrás. Aquello que tanto me gustaba y que casi había olvidado. Hoy te tomé entre mis brazos y te llevé a la cama mientras viajabas absorta en tus sueños. No pude sujetar este recuerdo que ahora brota envolviendo mi alma.

      Chiquitita, espero que me recuerdes cuando arropes a tu hijo. De ese modo le harás heredero de cuantas veces otros lo hicieron.

viernes, 15 de octubre de 2010

Una foto tuya

        Hoy una foto tuya saltó sin permiso ante mis ojos. Allí buscó, infiltrándose entre mis recuerdos, aquellos que compartimos. Es la culpable de esta madeja de astillas punzantes que se enreda entre mi pecho y estómago.
          Hoy me di cuenta de que te extraño.

jueves, 14 de octubre de 2010



Pobrecito, dijeron. Una carcajada resonó entre las maderas del ataúd.

Cada noche, cuando regresaba, se encerraba a solas a escribirse a sí misma.

Ángela


¿Qué ocurría cuando se deslizaba entre las gentes? ¿Cuál era el motivo para que su sola presencia lo llenara todo con aquella luz celestial? ¿Qué parte entre su boca y estómago engendraba su voz? Sus abrazos esponjosos como las nubes y su mirada directa al alma, la habían delatado en más de una ocasión.
Entonces, cuando no podía ocultarlo por más tiempo, escapaba volando en busca de otro lugar donde seguir provocando el silencio a su paso.

miércoles, 13 de octubre de 2010

África


Cuando se alejaban, algo en su interior se desvanecía. Cada reencuentro era como volver a conocerse. Trataba de evocar las partes de su fisionomía que la ayudaran a reconocerle. Lo miraba  fijamente, tomándose el tiempo necesario para ir más allá de sus pupilas, viajando a su interior. Se esforzaba por rememorar su olor, por tocar cada milímetro de su piel, como explorando por primera vez su cuerpo, porque para ella, siempre era la primera.

Tras aquel viaje, nada había cambiado. La encontró de pie, serena, con su piel dorada como las arenas de África, envuelta en un vestido tan largo como sus piernas, pero tan lejos de allí como lo había estado él hasta ese momento.

Como siempre, él respetaba este rito. Le daba su tiempo para explorarlo, tocarlo suavemente con la punta de sus dedos. Con el revés de su mano pasaba por cada rincón, como tratando de buscarle entre los pliegues el alma. Y por fin lo reconocía. Cuando su nariz tocaba su abdomen, él sabía que ya lo había encontrado y podían abrazarse para compartir su amor.

viernes, 8 de octubre de 2010

Amanda

Su madre eligió para ella aquel nombre al ver su carita por primera vez, cuando apareció sonriendo entre sus piernas. Contra todo pronóstico aquella niña no lloró al nacer. En agradecimiento por darle la vida dedicó a su madre y a la comadrona que la recibió, la más bella de las sonrisas. Luego se entregó al sueño durante las siguientes 24 horas. Nadie se atrevió a perturbarla, puesto que su sonrisa siguió dibujada durante el tiempo que se tomó para descansar de su largo viaje, algo que hacía presagiar cómo sería su existencia, que allí y en aquel momento, comenzaba.
 A pesar de que no lograba encontrar a quien acariciar con su mirada del color del mar, creía firmemente en el amor. Solía decir que existían muchos tipos, tantos como personas y momentos en sus vidas, tantos como encuentros o despedidas. Con un aplomo que le daba una credibilidad casi inhumana decía, sin dejar de sonreír: “Y el mío me está esperando, sólo que no se si en ésta o en otra vida, pero existe”.
Era entonces cuando la inundaba una extraña sensación mezcla entre júbilo y certezas que ni ella misma sabía de dónde procedía. Entonces, su voz brotaba para cantar sobre historias de amores llenos de caras, de etapas, de momentos, amores plenos o superficiales, amores pasajeros o eternos, casuales o premeditados, amores casi sin amor, sino por acompañarse, amores con pasión o sin chispa, ciegos  amores de amantes paralelos, amores silenciados, truncados y para adentro, o públicos amores a los vientos anunciados, amores oxidados o recién estrenados, amores por amar, amores, más amores y distintos tipos de amores.
Nadie sabe por qué siguió sonriendo en el momento de su muerte. Postrada, en el mismo lecho que la viera nacer y que nunca conoció el roce de los cuerpos de dos amantes, dijo: “Te seguiré buscando allá donde voy”.

Milagros

        En todos sus viajes cosechó cientos de fotografías. Sin embargo, en aquél su cámara captó sólo milagros… una mujer de cabellos largos que recogía un regalo y salía corriendo traspasando paredes, un niño que jugueteaba en el lago a veces sobre la superficie, a veces en las profundidades, nieve en las costas de su isla, niñas que mezclaban saltitos con pequeños vuelos…
        Poco a poco fue perfeccionando su capacidad para llegar a lugares lejanos y horas después estar de regreso. Nadie podía sospechar dónde ni con quiénes había estado, ni siquiera aquella enfermera que la atendía en el hospital psiquiátrico.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Doce horas contigo

    Amanece, mi cuerpo me dice, “Vete”, pero permanezco quieta, inmóvil, bebiendo la mañana en tu taza de té. Los grillos se han ido y en su lugar algún pájaro aletea y canta sin preocupaciones. A mi todo me dice: “Vete, vete…”, la brisa, el pájaro, el té. Pero no se ha cumplido aún el tiempo y no puedo marcharme. Cuando por fin el aire entra en la casa clausurada por la noche, miro el cielo. Está gris, como yo esta mañana.
     De repente, algo se desata y siento que puedo marcharme. Una palabra, una mirada o un gesto me han dado fuerzas, no estoy en casa. Las once de la mañana, cojo mis cosas y me despido, ya han pasado doce horas. Doce horas contigo.

martes, 5 de octubre de 2010

Caracolas

Anoche hice un regalo a mis caracolas. Las anudé con una cuerdita y las até a mi tobillo. Luego fui a la playa a pasear por su orilla.
Cuando miré, se habían soltado y flotaban entre la espuma. No me atreví a sujetarlas. Allí quedaron arrullándose con el vaivén de las olas.
        Me alejé y la brisa me susurró: “Gracias”

lunes, 4 de octubre de 2010

Mariana

         Esa mañana se levantó con una sensación que jamás había experimentado…
        Su mirada se dirigió involuntaria hacia la caracola que reposaba, algo olvidada, sobre la estantería.  Un día, su abuelo, la había encontrado atrapada entre sus redes y la guardó para ella. Siempre supo que le gustaría tener una, puesto que, por alguna extraña razón, los objetos marinos la acompañaban desde pequeña.
Por fin todo encajaba. Sus largos paseos por el malecón con la mirada perdida entre las olas, sus conversaciones con las gaviotas, su aversión por pescar o comer marisco y aquella forma de nadar, además de cierto gusto a sal en su piel.
En aquel momento lo decidió. Salió corriendo con la verdad latiendo en su pecho y la certeza aferrada a su pensamiento. Sin dudarlo se despidió en silencio de quienes la habían acompañado durante tantos años. Se dirigió al muelle y empujada por una suave brisa se precipitó de cabeza a la mar. Ahora volvía a su casa, por fin Mariana había recordado cual era su hogar.

sábado, 2 de octubre de 2010

Estatuas de cera

Sabían perfectamente cómo permanecer juntos sin despertar sospechas en el otro. Habían aprendido el arte de camuflar sus pasiones, de borrar todo indicio de interés. Sus ojos, repletos de curiosidad, se limitaban a robar furtivos un segundo de sus anatomías y cuando se cruzaban se disfrazaban de amistad. Sin embargo, si alguien hubiera podido fotografiarles por dentro, eran como estatuas de cera que se derretían lentamente cuando se tocaban.

jueves, 30 de septiembre de 2010



Cambié las sábanas, saqué las cortinas, abrí las ventanas, sacudí las alfombras, tiré la basura, lavé toda mi ropa Uf, lo conseguí, se fue la tristeza.


Así como el cielo lo hiciera segundos antes, sus ojos rompieron a llover.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

    "¿Por qué vuelves?" Le preguntaba tratando de mirarla a los ojos "¿Qué es lo que te ata a mi? Busca otra persona que desee tu compañía. En algún lugar, alguien querrá que llenes su alma como ahora inundas la mía. No te quiero, le repitió" 

      Ahora la había localizado. Se alojaba escondida en algún lugar entre su pecho y estómago. Había hecho su nido allí y no estaba dispuesta a marcharse, todo lo contrario, crecía y crecía. Sin embargo, no desistía en su empeño de sacarla fuera. Cuando la encontraron lo había conseguido. Un puñal la había ayudado a desalojar su tristeza. Ahora era feliz.

martes, 28 de septiembre de 2010

Acércate, no me iré

Acércate a mi con tu abrazo sincero, con tu gesto claro, con tu tranquila simplicidad, con el afecto incorrupto, generoso. Así nunca me iré de tí.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Tardes en los Sauces

Sus manos recorrieron su cuerpo por primera vez. Sentía como palpaba cada centímetro memorizando sus curvas. Algo que había sucedido mil veces antes en su imaginación jamás pensó que pudiera materializarse. Sin embargo, allí estaban, de pie uno frente al otro, mirando su desnudez sin saber muy bien por dónde empezar. Sus pulsos alborotados les hacía reparar en el tamaño de su pasión. Entonces… “Oiga como la pille de nuevo durmiendo en clase la voy a tener que echar” dijo su profesor.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Noches de Santa Cruz...

     Era de noche. La brisa había dado un descanso a aquella pequeña ciudad al borde del mar. Los grillos se atrevían a entonar sus canciones y el cielo iba descubriendo poco a poco diminutas luces que miraban hacia abajo, intrigadas por lo que pasaría aquella noche.
     Entonces supo que era el momento y de un salto salió del agua en la punta más alejada del  muelle. Allí donde incansablemente se suceden seis segundos de oscuridad. Saltó y les encontró compartiendo una cena deliciosa de pan recién hecho, horneado al calor de sus corazones. Les inundó sin que se dieran cuenta, sólo se escuchaban risas. Tras unos momentos se fueron, sorteando los charquitos de la lluvia que había refrescado calles y personas. Sin saberlo portaban el mayor de los tesoros, la amistad que les unía.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Luces

Crecía empeñada en tocar el cielo. A veces su afán por estirarse hacía que titilara como los astros, pero no lograba despegarse del pabilo que la sostenía. La llama siguió dando luz y calor, aunque siempre supo que su misión era otra. La de subir a reunirse con otras luces que la guiaban y sin darse cuenta, ella se convirtió en guía.

Promesas...


     Acababan de casarse. A la tercera noche, le preparó la cena y le esperó desnuda con velas encendidas. Entonces sonó el teléfono. Llamaba para posponer el encuentro. Algún imprevisto le haría retrasarse. A cambio le prometió que irían  a un restaurante de lujo. A la semana siguiente ella quiso disfrutar de su promesa, pero él tampoco disponía del momento adecuado y le sugirió pasar una noche en algún lugar bonito donde cenarían y compartirían todo su tiempo. A aquello le sucedió un fin de semana y tras éste una semana, que se transformó en un crucero por el mediterráneo para cenar en alguna isla griega... Siempre había motivos que no hacía posible sus citas y una promesa mayor que sustituyera a la anterior para compensar la espera. Cuando quisieron darse cuenta, habían pasado los años y ambos pensaban en el crucero sin recordar los motivos de hacer un gasto tan exagerado.
     Al fin el barco partió y ellos entre sus pasajeros. La noche llegó y también la cena en Mykonos. Allí estaba él, de etiqueta con una copa de vino en la mano. De pronto se acercó un camarero y le entregó una nota perfumada escrita con letra de mujer. Decía: "Lo siento, no puedo asistir, pero te prometo una cena romántica en casa". Cuando volvió, sus cosas ya no estaban...

viernes, 17 de septiembre de 2010

Mientras volaban buscaban desde el aire un cuerpo sobre el que posarse. Aquel que ahora divisaban les parecía atractivo. La silueta de una mujer de mediana edad, algo estresada por el fin de las vacaciones. Así que se lanzaron en picado y cayeron. Se deslizaron desde una de sus mejillas hacia su garganta. La puerta perfecta de entrada. Allí se agazaparon buscando el momento en que nadie los viera para reproducirse. Los guardianes del lugar estaban adormecidos por la tristeza que en aquellos días reinaba en todo el organismo. Perfecto, se dijeron y comenzaron a multiplicarse. ¡¡¡Achús!!! Era la prueba de que estaban allí.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Por la mañana...

Aquella mañana lo decidió. Juntó toda la fuerza y se arqueó tratando de buscar las energías necesarias. Estaba cansada de pasar cada noche soportando sin decir nada. Era la guardiana de sus sueños, de sus noches de pasión, de las siestas calurosas del verano y ya no podía más. No entendía que cuando salía el sol se quedara allí, petrificada. Así que se atrevió y de un respingo la tiró al suelo, la echó de sus sábanas. "Y no vuelvas aquí hasta que se haga de noche", dijo su cama, "yo también necesito descansar".