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viernes, 14 de septiembre de 2012

Nadar fuera del agua

     Existía por aquel entonces un banco de peces que nadaba orgulloso de su trayectoria, presumiendo de la perfección del camino elegido para atravesar el océano.

     En aquellos tiempos yo pertenecía al banco de peces vanidosos. Un puñado de presumidos que nos considerábamos "los perfectos" y nos sentíamos con derecho a opinar sobre los modos de nadar de los demás. Por suerte rectifiqué a tiempo. Justo cuando me sacaban el anzuelo de la boca y me di cuenta de que mis elecciones no habían sido las mejores.  La humildad me llegó de golpe cuando me estrellé contra el fondo del balde de aquel pescador, junto a los cadáveres de otros engreídos como yo.