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miércoles, 6 de julio de 2011

Fidelidad

Cada noche llegaba silenciosa. Cansada, tras una dura jornada se tumbaba a su lado y le miraba atentamente hasta que él interpretaba su gesto como una petición de caricias. Caricias que llegaban  para cubrir cada parte de su cuerpo. En ese momento, ella se alegraba de que no supiera con quienes había pasado el día. Él  había preparado la cena, la miraba sonriente y la acariciaba ¿Qué más podía pedir? Él la consideraba fiel por el hecho de volver a su cama cada noche, desconociendo cuantos la habían acariciado ya durante la mañana y la tarde. Era entonces cuando él apagaba la luz y le decía: "Hasta mañana" a lo que ella contestaba con un suave "Miau" y se dormían.

9 comentarios:

  1. Jajaja, no he podido evitar reir...

    Miauuu

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  2. Jajaja, qué risa!!! es que es un relato tan mimoso... si no te importa se lo comparto a mi hermana, apasionada de los felinos.
    Abrazos

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  3. Muy bueno. Me ha sorprendido esa vuelta final.
    Besos, Ana

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  4. La sorpresa se la va a llevar el día que encuentre un puñado de gatitos sobre la cama al volver del trabajo, jeje.

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  5. Un MIAU para Anita, Cybrghost, Torcuato y Montse.

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