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domingo, 20 de marzo de 2011

Cerró los ojos y buscó una respiración que le trajera calma. Comenzó a sonar la música y sus pies decidieron danzar descalzos  sobre su alfombra de colores. De repente miró hacia abajo y allí estaba. Se había desprendido de él. Su cuerpo yacía en el suelo. Trató de reanimar el recipiente que la había contenido durante tantos años, pero todo esfuerzo fue en vano. El vértigo la invadió, pero no le costó aceptar su nuevo estado. A partir de aquel momento se olvidó de los límites.



6 comentarios:

  1. Así debe ser sin duda, una gran, maravillosa, danza cósmica.

    Un beso grande, Ana Belén

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  2. Dan hasta ganas de perder los límites!!!
    Un abrazo

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  3. Yo que pensaba que era la mente la que frenaba al cuerpo...
    El caso es poner límites al mar.

    Un abrazo

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  4. No hay más limite que el que le permitimos al miedo. El amor y la esperanza lo pueden todo.

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