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miércoles, 8 de febrero de 2012

Miedo


      Y cuando ya estaban ahogándose por la presión de la cuerda que atenazaba sus cuellos, aún les parecía poco y estimaron que podían apretársela todavía más.

     - ¡Es por vuestro bien!- Anunciaron sin poder evitar una carcajada de satisfacción y le dieron otra vuelta.

     Ellos, por miedo,  dejaron de respirar voluntariamente.



 


Inspirado en el inmovilismo social ante las reformas de nuestro querido des-gobierno.

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con la actitud de ellos. Cuando ya no es posible huir del carcelero, alguna medida hay que tomar para burlarlo.

    Un abrazo

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    Respuestas
    1. Bueno Patricia, yo preferiría perseguir al carcelero, porque siempre es posible. Un besito utópico. Mua.

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