¿Qué ocurría cuando se deslizaba entre las gentes? ¿Cuál era el motivo para que su sola presencia lo llenara todo con aquella luz celestial? ¿Qué parte entre su boca y estómago engendraba su voz? Sus abrazos esponjosos como las nubes y su mirada directa al alma, la habían delatado en más de una ocasión.Entonces, cuando no podía ocultarlo por más tiempo, escapaba volando en busca de otro lugar donde seguir provocando el silencio a su paso.
Provocar silencios...
ResponderEliminarSeguro que hubiera sido más fácil si ocultara las alas con una gabardina...
Un abrazo
Ha pasado un ángel!!! Me ha costado cogerlo, pero vaya, qué sorpresa. A partir de ahora buscaré el roce de las alas cuando pase un ángel por mi lado.
ResponderEliminarAbrazos esponjosos
Mmmm, con una gabardina, menudo ángel morboso...
ResponderEliminarAnita, tus abrazos ya son esponjosos.
Abrazos y mas abrazos.
Jodé, Relatada, un relato inspiradísimo. Precioso.
ResponderEliminarBueno, Ana, a ver si aprendernos a guardarnos las conclusiones, joé... que le quitamos la cosa al misterio!!!
Que estamos hechas unas porteras del chisme, del micro, de la moraleja... del yoquésé...
En fin, ni caso.. Besos silenciosos.
Hmmmm... con tu permiso, relatada, lo cuelgo en "Sugerencias..."
ResponderEliminarGracias Kum, me alegra que te guste. Me hace ilusión poder compartirlos, así que tienes todo el permiso.
ResponderEliminarAbrazos esponjosos.
Una bella y misteriosa historia.
ResponderEliminarGracias