Llovía fuera, en la calle. Dentro nunca nadie lo vió dejar brotar trocitos salados de su corazón, pero él también llovía.
En soledad recogía sus pedazos en un vaso y con cuidado los guardaba en un bote que cerraba con fuerza. No podía dejar evaporar su regalo, aquel que entregaría a quien fuera su estrella. A ella le ofrecería la más pura de las esencias, las luces de su interior.
Es un buen regalo mostrarse tal y como se es, con sus virtudes y sus defectos. Y ser capaz de reconocerse en ellas, una bendición.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo bueno del corazón es que si lo riegas, aunque sea con lágrimas, crece de nuevo con cualquier esqueje.
ResponderEliminarMe gustó.
Muy hermoso Ana Belén. Sí, sin duda, este micro es una gota de luz
ResponderEliminarOjalá fuéramos capaces
ResponderEliminarde conocernos
recíprocamente
por nuestros sentimientos.
Llevamos una máscara
en la imagen
Muchos esperamos el momento de la dicha, de poder mostrar realmente "las luces de nuestro interior"... Precioso.
ResponderEliminarHola, RT, estoy visitando espacios que suelo ver en los blogs de amigos. Me pareció muy bueno tu blog, así que voy a quedarme por aquí como seguidor, si no te molesta..
ResponderEliminarSi tienes ganas, puedes pasar por el mío.
Un saludo desde Argentina.
Humberto.
www.humbertodib.blogspot.com
Muy bueno. Un bote lleno del "Don de lágrimas"
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