Cerró los ojos y buscó una respiración que le trajera calma. Comenzó a sonar la música y sus pies decidieron danzar descalzos sobre su alfombra de colores. De repente miró hacia abajo y allí estaba. Se había desprendido de él. Su cuerpo yacía en el suelo. Trató de reanimar el recipiente que la había contenido durante tantos años, pero todo esfuerzo fue en vano. El vértigo la invadió, pero no le costó aceptar su nuevo estado. A partir de aquel momento se olvidó de los límites.
Así debe ser sin duda, una gran, maravillosa, danza cósmica.
ResponderEliminarUn beso grande, Ana Belén
Dan hasta ganas de perder los límites!!!
ResponderEliminarUn abrazo
Bellísimo y etéreo.
ResponderEliminarYo que pensaba que era la mente la que frenaba al cuerpo...
ResponderEliminarEl caso es poner límites al mar.
Un abrazo
Besitos a todos/as sin límites!!!
ResponderEliminarNo hay más limite que el que le permitimos al miedo. El amor y la esperanza lo pueden todo.
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