Cuando alguien eleva sus pies para zambullirse de cabeza, sabe que allí dentro el tiempo es distinto. Nadie conoce los extraños mecanismos que hacen que en las piscinas los relojes se ralenticen y los segunderos dividan por sesenta su velocidad.
No es así en las playas. Allí se produce el fenómeno inverso. No son de extrañar pues los habituales enfados de los más pequeños. Por el tiempo-tierra pasan horas de remojo revolcándose en el abrazo de la arena y el agua de las orillas. Cuando sus madres les llaman para volver a casa, para ellos por el tiempo-playa tan sólo han pasado segundos. Que fastidio.
Inspirado en una conversación con Alfonso.
Interesante micro, Ana.
ResponderEliminarBesos
La relatividad del tiempo... o de nosotros...
ResponderEliminarAbrazos y besos atemporales
La relatividad de pasárselo bien o dedicarse a hacer largos en la piscina.
ResponderEliminarAbrazos y bienvenidas
Casi todo es relativo, el tiempo desde luego que lo es.
ResponderEliminarUn abrazo
Besitos relativos!!!
ResponderEliminarLa relatividad de esperar una eternidad a que termine la digestión para poder bañarnos... Qué recuerdos.
ResponderEliminarUn beso retalivo.
Eso si que era una tortura... Con el hambre que despertaba la playa, yo a veces prefería no comer.
ResponderEliminarMas besos para ti.