Las olas se empeñaban en sonar más y más fuerte. Siguiendo un ritmo oculto estallaban contra el muro de la avenida rompiéndose en miles de gotas que volvía a unirse al caer. Parecía como si la tarde fuera a romperse y casi podían adivinarse las grietas por las que comenzaría a rajarse aquel cielo plomizo lleno de nubes en descomposición.
Sólo cuando sonó el primer trueno las nubes pudieron dejar de llorar, impresionadas por el sonido que se había escapado de quien sabe qué garganta. La quietud se apoderó de la atmósfera y todo quedó en silencio esperando el siguiente alarido del cielo. Se había desatado una tormenta.
Sólo cuando sonó el primer trueno las nubes pudieron dejar de llorar, impresionadas por el sonido que se había escapado de quien sabe qué garganta. La quietud se apoderó de la atmósfera y todo quedó en silencio esperando el siguiente alarido del cielo. Se había desatado una tormenta.
Esperemos la calma después de la tormenta.
ResponderEliminarLa tranquilidad anterior es pura apariencia... demasiada electricidad en el ambiente.
Un abrazo
Esperemos que para mañana haya más calma, tengo el coche llenito de sal y el alma llorosa.
ResponderEliminarAbrazos
Durante las tormentas, dar la cara al viento es la mejor manera de evitar desordenar demasiado nuestro cabello...
ResponderEliminarPodríamos decir que dar la cara a los problemas, es la mejor manera de permanecer peinado :)
Saludos!
Por aqui aun no pasan, bueno las tormentas si, pero la lluvia no. Sigue llorando el cielo.
ResponderEliminarBuen consejo Cantor. A veces pienso que dejar que nos despeinen es bueno, así salen volando los pelitos muertos y se quedan los que están bien arraigados.
Besitos a los tres y nos leemos.
Me encantan esas tardes de tormenta y lluvia, dicen que el día que nací lluvió tanto que se recuerda aún. Será por éso. SALUDOS.
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