Rugía, se quebraba y gritaba derramando su bravura. Luego sopló fuerte como queriendo borrar todas las marcas de su existencia. Cuando hubo desahogado su furia, trató de serenarse. Al final sólo quedaron pequeñas gotitas de lluvia, tan ligeras, que parecían flotar en el aire.
La tormenta había pasado.
¡Zafarrancho de combate! ¡Hoy toca limpieza general de cielos y tierras!
ResponderEliminarSalu2 limpísimos (con oxiacsion y todo)
Ja, ja, ja Dyhego. Si vieras lo limpia que quedó la atmósfera después de tanta lluvia. El campo está precioso, todo mojado y con las primeras hierbitas brotando. Más saludos para ti.
EliminarMe gusta -mucho- el texto, Ana Belén y extraño -mucho- un título que me ayude a cerrarlo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Tomo nota Pedro. A este le falta también ilustración. A ver si pongo a mi hija a trabajar y me hace una. ¿Por qué no me sugieres un título? Porfi.
Eliminar¿Y ahora Pedro?
EliminarY tan limpio... hoy reluce y da esplendor al día
ResponderEliminarAbrazos!
Siiii, que lindo está todo. Verdito!!! Besitos con brotes.
EliminarEs lo que tiene las tormentas. Aparte de lo que cuentas puede representar la tormenta de cólera que puede ocurrir en el hogar, el padre con el hijo o el jefe con los empleados. Dentro de una novela sería una buena descripción. Venga, nos leemos.
ResponderEliminarTienes razón Ximens, hay tormentas de muchos tipos. Nos leemos, un abrazo grande.
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