Un día pedí a una estrella un deseo. Yo era pequeña y mis deseos eran simples pero ambiciosos. Pedí que la felicidad creciera a mi alrededor. Ahora, con el estómago, el corazón, el alma y los brazos llenos, salgo de vuestra casa y miro al firmamento. No sé si aquella estrella seguirá estando en este cielo que ahora veo. Pienso en los manjares, el amor, la armonía y los abrazos recibidos y sólo se me ocurre una palabra. Cierro los ojos y la envío. Seguro que el correo sigue funcionando igual de bien por allá arriba.
Preciosa felicidad la que se comparte contigo. Tu contribuyes a ese ruido de fondo que es la armonía y a dar un toque a la melodía de cada uno, que sin tí no sería la misma y sin los demás tampoco.
ResponderEliminarUn lujo esta felicidad
Un abrazo para la estrella y otro, como no, para ti
Si, seguro que llega, y bien rápido. Los deseos que salen del corazón no tienen que pasar ningún filtro.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Eso dice mucho de quien lo recibe, si lo sabe agradecer.
ResponderEliminarUn guiño fugaz.
Ups, y gracias por compartir
Todo es creérselo.
ResponderEliminarUn beso.
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ResponderEliminarCualquiera no se armoniza con los manjares siempre dispuestos en esa casita... La verdad es que suena bonita nuestra melodía, al menos a nuestros oídos que es lo importante.
ResponderEliminarSusana, tu sabes mucho de deseos hechos realidad, mmmm.
Bicefale, otro guiño, te lo mando esta noche con una estrella.
Torcuato, yo creo que lo interesante es atrevernos a desear.
Besitos para todos/as.