Existía por aquel entonces un banco de peces que nadaba orgulloso de su trayectoria, presumiendo de la perfección del camino elegido para atravesar el océano.
En aquellos tiempos yo pertenecía al banco de peces vanidosos. Un puñado de presumidos que nos considerábamos "los perfectos" y nos sentíamos con derecho a opinar sobre los modos de nadar de los demás. Por suerte rectifiqué a tiempo. Justo cuando me sacaban el anzuelo de la boca y me di cuenta de que mis elecciones no habían sido las mejores. La humildad me llegó de golpe cuando me estrellé contra el fondo del balde de aquel pescador, junto a los cadáveres de otros engreídos como yo.
A tiempo justo para aprender la lección.
ResponderEliminarBienvenida!!!
Abrazos
En realidad a este pececito se le hizo un poco tarde. Este relato está inspirado en una frase que suele decir mi madre: Que fácil es nadar fuera del agua. En ese momento reparo en que cada cual conduce su vida como puede o sabe.
EliminarAbrazos Anita.
Relata:
ResponderEliminarLo malo es que nadie escarmienta en cabeza ajena.
Salu2 natatorios.
Una pieza de concisión medida que aporta, además, no sólo un mensaje que ha de quedarse en el lector, sino toda una crítica soterrada a la situación social de buena parte del mundo occidental, Ana Belén.
ResponderEliminarUn abrazo y -como dice Anita- bienvenida.
Suelen decir que más vale tarde que nunca.
ResponderEliminarSaludillos
No se pueden comparar unos peces con otros. Cada cual nada como nada. Hay pecines y "pezones". Todo esta bien si no fuera por los orgullos. Pero la vida nos pone en el sitio.
ResponderEliminarNecesitó estrellarse para aprender a se humilde, a veces nos cuesta rectificar o lo hacemos tarde.
ResponderEliminarBesitos
Aquí el narrador protagonista reconoce el mundo de los presumidos. La falta de humildad y el menosprecio a los distintos es lamentable y habitual. Es malo creerse poseedor de la verdad, de la pureza, etc. Sorprende un poco que diga "rectifiqué a tiempo" justo cuando muere. Es bueno que el relato nos haga pensar.
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