Luces
Crecía empeñada en tocar el cielo. A veces su afán por estirarse hacía que titilara como los astros, pero no lograba despegarse del pabilo que la sostenía. La llama siguió dando luz y calor, aunque siempre supo que su misión era otra. La de subir a reunirse con otras luces que la guiaban y sin darse cuenta, ella se convirtió en guía.
Quizás su misión era simplemente brillar. Cuando brillara con luz propia, ya sería una guía.
ResponderEliminarBesitos
"no lograba desprenderse del pabilo que la sostenía" tremenda frase!!!
ResponderEliminarSeguro que te has quedado mirando una vela un largo rato, eh?
Abrazos
Lo que puede decir una vela...
ResponderEliminarNo digo mi interpretación personal. Simplemente mágico.
ResponderEliminarUn beso Reltu.
Creo que el anhelo de tu luz nos es común a todos. No así su destino, ése fue su provilegio.
ResponderEliminarFelicitaciones, bellísimo
Lindo relato. Ha sido como sentarme en casa. Siempre tengo una vela encendida. Ahora la miro.
ResponderEliminarPrecioso.
Un beso de lunes.
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ResponderEliminarPrecioso y delicado como esa llama que un viento puede apagar.
ResponderEliminarUn saludo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe pareció muy bien escrito y delicado. Muy tierno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra que les guste a Patricia, Cartaphilus y Angeles. Todos tenemos un fueguito de esos dentro.
ResponderEliminarTorcuato, interpretalo si te ape, me gustaria leerte.
Kum, yo tambien tengo velitas siempre, son mis guias por la noche cuando se pone el sol.
Bicefalepena, siempre somos protagonistas de nuestra historia, desde que nacemos la vamos escribiendo.
Vuelvo por la votación, delicadísimo micro, un gusto leerlo.
ResponderEliminarPrecioso. El tiempo y la experiencia hacen que pasemos a ser los protagonistas de la historia, sin apenas darnos cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo.
He corregido una falta incorregible, por eso suprimí mi anterior comentario.